Decir que no también es una estrategia
Uno de los aprendizajes más potentes que he tenido como manager ha sido entender que decir que no, no es cerrar puertas: es cuidar lo que sí queremos construir.
A veces se romantiza la idea de estar siempre disponibles. De decirle que sí a todo “porque es el artista”, o por no perder oportunidades, estirarnos hasta donde ya no da más el tiempo, ni la energía, ni el equipo. Pero en el trabajo con artistas, donde las emociones, los vínculos y las expectativas están a flor de piel, aprender a priorizar no es solo un acto de organización: es un acto de amor propio.
Decir que no es proteger tu tiempo, pero también el de la otra persona. Es evitar sobreprometer cuando sabes que no vas a poder sostener. Es no aceptar un show, una entrevista o una colaboración si no está alineada con el momento del proyecto, aunque dé miedo soltarlo. Es no cargar con tareas que no te corresponden, aunque sepas que podrías resolverlas.
Decir que no es incomodar a veces. Genera culpa. Puede parecer ingrato. Pero es lo que permite que sí podamos decir que sí con convicción, con foco y con cuidado real.
A los artistas no los cuidamos haciéndolo todo por ellos, diciendo que sí a todo. Los cuidamos ayudándolos a tomar decisiones estratégicas, a no saturarse, a no confundirse de camino solo porque todo suena “interesante”. El management no es un espacio de complacencia: es de acompañamiento consciente. Y eso, muchas veces, implica marcar límites.
Hoy mi mayor compromiso no es hacer más cosas, sino hacer mejor las que realmente importan. Para eso, a veces, hay que tener el coraje de decir que no.